La OCDE desmonta los grandes mitos sobre la educación española
El coste por
alumno es superior a la media de la UE y los profesores cobran más, pero los
resultados no son buenos.
Fuente: Libertad Digital / D. SORIANO / 2013-06-25
Bastante cara, no muy
eficiente y más bien injusta. Así podría definirse la educación española si hacemos caso a los datos
incluidos en el informe Panorama de la Educación 2013 de la OCDE
que este martes se ha presentado en Madrid.
Sin
embargo, a pesar de todas las deficiencias que muestra este estudio, cada vez
que se presenta una reforma educativa profunda, como la que en estos momentos
promueve José Ignacio Wert, la unanimidad en contra los cambios
es casi absoluta por parte de partidos políticos, sindicatos, rectores,
agrupaciones de profesores y estudiantes...
Lo
cierto es que la comunidad educativa reclama constantemente "mejoras" en la escuela y la universidad española.
Pero es sólo una petición genérica. ¿Quién se va a oponer a que las cosas
"mejoren"? Pero luego, cuando llega el momento de aplicar una medida
concreta, la respuesta también es monocorde: No.
Además,
para defender sus argumentos, recurren a algunos grandes mitos, afirmaciones políticamente
correctas y aparentemente intocables: el problema es de falta de financiación,
la culpa es de los recortes o necesitamos más licenciados para impulsar la
economía. La realidad y
las cifras, sin embargo, desmienten los tópicos.
Más
gasto que resultados
Desde
siempre, la principal queja es que España gasta poco en educación. Eso
explicaría sus malos resultados en las pruebas internacionales como el informe PISA, en
el que tradicionalmente los estudiantes españoles obtienen calificaciones muy
por debajo de los alumnos de los países de nuestro entorno.
Pues
bien, habrá que buscarse otra excusa, porque el problema no es de dinero, sino de cómo se gasta.
Según los datos de la OCDE,
las administraciones públicas españolas dedican 7.293 dólares al año por alumno de Educación Infantil, 9.559 dólares en Educación Secundaria
(FP y bachillerato) y 11.925
dólares en Terciaria
(FP superior y universidad). De media, cada estudiante le
cuesta al Estado 9.608 dólares al año (7.390
euros al año).
Pues
bien, todas estas cifras son superiores tanto a la media de la OCDE (una
organización que agrupa a los 34 países más desarrollados) como a la media de
la UE-21 (los estados comunitarios que también forman parte de la OCDE). Así,
el gasto medio en primaria
en la OCDE es de 6.725 dólares, de 8.412 dólares en secundaria y
11.382 dólares en
terciaria.
En
ocasiones, se ofrece el gasto en educación en España en función del PIB. Y es cierto que
esta ratio es algo inferior en nuestro país a la media de la OCDE (5,6% frente
al 6,3%). Pero no es por los recortes, sino simplemente porque hay menos
alumnos, ya que en las últimas dos décadas, la tasa de natalidad se ha hundido.
Pero el gasto por estudiante (que es lo importante) sí está en niveles
comparables a los de los países europeos. De hecho, como hemos visto, está por
encima.
Si
se compara el gasto por alumno en función del PIB per cápita la conclusiones
son similares. España
está por encima de la media de la UE-21 y la OCDE, con un 30%, en este apartado,
nos encontramos entre dos países tradicionalmente bien clasificados en los
ránking educativos como Suecia
y Japón.
Habrá
quien diga que los datos
del informe son de 2011, antes de los recortes. Y es cierto.
Pero los últimos resultados de PISA también lo son. Es decir, el incremento en el gasto público en
la época de bonanza no sirvió para acercar a España a los países de su entorno.
Tomando un índice de 100 para el año 2005, España gastaba en educación
obligatoria (primaria y secundaria) 87 en el año 2000 y 113 en el 2010: 26
puntos de incremento. En realidad, desde 1990 hasta 2010, el gasto por alumno
se dobló y no parece que la calidad del sistema se doblase en consonancia.
Estos
resultados son consistentes con lo apuntado en PISA. Los autores de este
estudio dejaron claro en su última edición que una vez alcanzado un nivel de
gasto mínimo (que todos los grandes países occidentales cumplen) el rendimiento
de un sistema educativo no depende de cuánto más se gaste, sino de cómo se
haga. Es decir, el
problema de España no es de coste, es de diseño del modelo.
Los
maestros, lo más importante
Todos
los sistemas educativos que funcionan se basan en un gran cuerpo de profesores. En esto
coinciden los principales estudios: si quieres tener una buena escuela, tienes
que contratar, formar e incentivar a sus maestros. El mito no es ése. El mito
en España es que se trate mal a los profesores o que trabajen en peores
condiciones que en otros países.
En
lo que más importa a los profesionales del ramo, su sueldo, no parece
haber muchos motivos de queja. La retribución inicial media (siempre en paridad
de poder adquisitivo) es de 35.881
dólares (unos 27.600
euros), por 28.854
dólares de media en la OCDE y 29.123 dólares en la UE-21. Sólo en EEUU, Alemania y Holanda cobran los
nuevos maestros más que en España. Y la misma tendencia se
puede observar en los profesores con 15 años de experiencia y los que cobran el
máximo nivel de la escala.
De
hecho, España sí ocupa el primer puesto en una lista dentro de este informe.
Como puede verse en el siguiente gráfico, la ratio de retribución entre el profesorado y el
licenciado universitario medio es la más alta de los países
analizados. Así, un
maestro de secundaria español cobra un 40% más que sus
compatriotas con otra titulación terciaria y un maestro de primaria un 23% más.
Mientras, en la OCDE, lo normal es que los profesores de secundaria cobren un 11% menos que los
licenciados de su país y los de primaria un 18% menos.
Del
mismo modo, el tamaño de
la clase tampoco parece un factor determinante. En España, el número de alumnos por aula en
primaria es de 20,1, por debajo de la media de la OCDE (21,3) y
casi al mismo nivel que la UE-21 (19,9).
Y
en la clasificación del tamaño estimado (tiene en cuenta el número de materias
a las que asiste cada alumno) la proporción es incluso mejor. En primaria, por
ejemplo, el número de
alumnos por profesor es de 13,1 frente al 16,1 de media en la
OCDE y la UE-21.
La
pregunta que hay que hacerse es por qué entonces los colegios españoles no
acaban de funcionar. Y la respuesta habrá que buscarla en los incentivos que
ofrece a sus maestros, su forma de organización o el modelo educativo general,
pero no en los sueldos que les pague o en el número total de profesores.
¿Hacen falta universitarios?
Otra
de las afirmaciones más o menos recurrentes que se realizan es que España
necesita más licenciados para impulsar la economía. Falso. Según este estudio, la realidad es que estamos
entre los países de Europa con más
universitarios, una situación habitual en las últimas décadas.
En el informe se puede ver cómo entre todos sus habitantes de entre 25 y 64 años, un 32% tienen Educación Terciaria,
la misma media que en la
OCDE y un poco superior a la de la UE-21, que baja al 29%.
Mientras,
esta situación cambia exponencialmente cuando hablamos de Educación Secundaria
no obligatoria (Bachillerato-FP
de grado medio). Tan
sólo un 22% de los españoles tienen alguna de estas
titulaciones frente a un
48% de media que sí la poseen entre los países de nuestro
entorno (UE-21) y un 44% de la OCDE. Pero quizá el mayor drama de España es que
en 2010 alrededor del
46% de sus habitantes en edad de trabajar tiene únicamente la titulación de la
ESO o ni siquiera. Esta última cifra baja al 25% de la OCDE y a un 24% de la UE-21.
Es
decir, España tiene muchos licenciados, muy pocos técnicos y cuadros medios y
muchísimas personas con una titulación muy baja o, directamente, sin ninguna
clase de titulación. Mientras, países como Alemania, Suecia, Finlandia o EEUU tienen
un enorme ejército de titulados medios.
Las
tasas universitarias son
otro de los asuntos polémicos en los últimos días. De hecho, la primera gran rebelión contra el Gobierno del
PP llegó el año pasado, cuando se decretó su subida. Uno de los
puntos más llamativos sobre universidades, financiación y gasto por alumno es
aquél que destaca que en
general las tasas que tienen que pagar los estudiantes
universitarios españoles son
bajas en comparación a otros países de la OCDE. En cambio, el
número de matriculados es menor que en países como EEUU o Holanda donde los
estudiantes han de pagar más. La experiencia en estos países demuestra que las tasas no son una barrera
infranqueable para entrar en la Universidad.
Y
eso sin tener en cuenta que las tasas están subvencionadas. En el informe La Universidad Española en Cifras,
publicado por la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE),
se cogen datos del curso académico 2008/09
(antes de la última subida de las tasas):
- Coste medio primera matrícula: 11,48 euros por crédito
- Gasto real: 115 euros por crédito
- Contando con 60 euros por curso, cada universitario pagaba 689 euros en tasas a cambio de una formación que costaba 6.901 euros.
Es
decir, apenas el 10% del
coste de la primera matrícula lo sufragaba el alumno. El resto
era abonado, de una u otra forma, por el contribuyente.
Según
resalta el estudio de la OCDE, unas
mayores tasas aumentan los recursos en las universidades lo que
ayuda a mantener la calidad académica y el desarrollo de nuevos programas.
Aunque por otro lado, unas menores tasas de matrícula pueden ayudar a promover
el acceso y la equidad a esta Universidad Terciaria, pero dificulta el
mantenimiento de la calidad educativa.
Además,
tal y como hemos comentado, llama la atención cómo España es uno de los países
que más gasto público
por alumno destina en todos los niveles educativos. En
concreto, en la Educación
Terciaria (Universidad y FP de grado superior) se alcanza en
España un gasto de
11.925 dólares, mientras que la media de la OCDE es ligeramente
inferior (11.382 dólares) mientras que la de la UE-21 disminuye a 9.608
dólares.
Una
escuela pública para tod@s
Las
protestas por los recortes en la educación tienen un color, el verde, y un lema: "Por una
escuela pública de tod@s, para tod@s". Cualquiera que lo
lea podría pensar que los colegios españoles habían sido, hasta la llegada del
Partido Popular, los cimientos para conseguir una sociedad equitativa, con
oportunidades para que los que tienen menos recursos salgan adelante por sí
mismos. Pero es sólo otro mito. Los datos apuntan a una realidad muy diferente.
Para
empezar, habría que recordar que España tiene un fracaso escolar que ronda el 30%.
Esta cifra ha caído desde el inicio de la crisis (ahora está alrededor del 25%),
pero no por la mejora en la calidad de las clases, sino porque los alumnos no
tienen ninguna alternativa en el mercado laboral. Por ejemplo, en 2007, mucho antes de
los recortes, sólo obtenían el título de secundaria (en teoría
el mínimo obligatorio por ley) el
65% de los alumnos de las escuelas públicas. Entre los varones, este
porcentaje caía al 57%.
Casi la mitad de los chicos salía del colegio sin un título válido para el
mercado laboral.
Claro,
luego esto tiene consecuencias. Sólo el 65% de los españoles de entre 25 y 34
años tiene al menos una titulación secundaria, ya sea bachillerato o FP. El
resto, un 35%, no tiene nada o apenas el título de la ESO. Por comparar, en la
OCDE el porcentaje es del 82% y en la UE-21 del 84%.
Evidentemente,
la gran mayoría de esos que abandonan la escuela o sólo consiguen el título
mínimo pertenecen a las clases bajas. Y luego, estos resultados tienen su
reflejo no sólo mientras están estudiando sino a lo largo de toda la vida laboral. La tasa de paro entre las
personas con una titulación menor a la secundaria es del 26%, la mayor de ningún país de la OCDE.
El fracaso escolar provoca que el sistema educativo no sólo no sirva como nivel
de igualación social o como centro para asegurar una oportunidad para todos,
sino que en muchos casos provoca que se acentúen las diferencias.
El
reflejo más duro de esta situación se encuentra en el número de ni-nis (personas que
ni estudian ni trabajan). Entre los 20
y los 24 años, el 29% de los españoles sufre esta situación. Y
entre los 25 y los 29
años, este porcentaje alcanza el 30%. Mientras la media de la OCDE es del 18% y el 20% en
los dos grupos de edad.
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