Casi la
mitad de los profesores sufren "estrés extremo", con ocho o más
síntomas, según un estudio de UGT
MADRID, 18 Dic. (EUROPA PRESS)
Casi
el 50 por ciento de los profesores padecen ocho o más síntomas de estrés
laboral, lo que les situaría en el "grupo extremo" de quienes sufren
de tensión debido a sus condiciones de trabajo. Además, un 16,8 por ciento se
sitúa en el "grupo medio" de esta escala, al presentar entre cinco y
siete síntomas típicos del estrés, según un estudio de la Federación de
Trabajadores de la Enseñanza de UGT (FETE-UGT).
Las conclusiones se extraen de una encuesta
realizada por el sindicato a través de Internet a un total de 1.700
profesionales del sector, con la que pretendía analizar el "síndrome del
quemado", el estrés y los principales riesgos psicosociales del sector de
la enseñanza, según han explicado desde la Federación. "Estos datos muestran,
sin ningún tipo de duda, que los trabajadores de la enseñanza son un colectivo
fuertemente estresado", han asegurado.
Los resultados de dicha investigación
apuntan a un 12,6 por ciento de resultados positivos en "síndrome del
quemado", también denominado "síndrome de agotamiento emocional,
despersonalización y baja realización personal", mientras que un 18,5 por
ciento de los profesionales "está en posible riesgo de sufrirlo".
El sindicato ha recordado que dicha afección
"está considerada como uno de los daños laborales de carácter psicosocial
más importantes", cuyos síntomas van desde las manifestaciones
psicosomáticas (como el cansancio, agotamiento y malestar general) hasta las
afectivas (con sentimientos de ansiedad y culpa), pasando por alteraciones de
la conducta, especialmente en la despersonalización en el trato y
superficialidad en el contacto con los demás.
Además, todo ello se puede traducir en una
"disminución del nivel de compromiso y la eficacia" en el trabajo, y
provocar mayores niveles de absentismo y abandono de la organización, según
indica el estudio.
A juicio del sindicato, los niveles de
estrés que muestra la encuesta se deben en parte a "la indisciplina en las
aulas, la gran diversidad de alumnado, la poca valoración social de la docencia
y la delegación de responsabilidades educativas, tradicionalmente propias de la
familia y que ahora se pretende que sean asumidas, en exclusiva, por el
profesorado". Todo ello contribuye a hacer de las escuelas "un
entorno cada vez más hostil" para los profesionales de la enseñanza, según
ha asegurado.
Sin embargo, ha incidido en que los recortes
económicos en materia de educación influyen en el empeoramiento de las
condiciones de trabajo al provocar una reducción del número de profesores en
relación al de alumnos, incrementar la jornada laboral de estos profesionales,
y reducir la capacidad de los mismos para atender de forma personalizada a los
estudiantes.
"Este colectivo encuentra cada vez
mayores obstáculos a la hora de desempeñar su trabajo, pues se enfrenta a
clases cada vez más numerosas, en las que los comportamientos disruptivos se
ven favorecidos, pues hay más alumnos y peor atendidas sus necesidades
especiales", ha explicado.
En consecuencia, considera que los recortes
provocan que las escuelas se conviertan en "un buen caldo de cultivo para
la aparición de estrés, síndrome del quemado o depresión, trastornos que pueden
generar graves consecuencias para la salud de los trabajadores".