Páginas

miércoles, 7 de agosto de 2013

Teoría de la “broken window”

Por Jose Antonio Marina | http://www.ceide-fsm.com/blog
Quiero hablar acerca del próximo curso, y de cómo prepararlo. Para ello recordaré un antiguo fenómeno estudiado por los sociólogos: la ventana rota.
Los autores de esta teoría fueron dos criminalistas: James Wilson y George Kelling. Afirmaban que  si en un edificio aparece una ventana rota, y no se arregla pronto, inmediatamente el resto de ventanas acaban siendo destrozadas y, posiblemente, la construcción sería ocupada, dañada o destruida. ¿Por qué?.
Porque es divertido romper cristales, desde luego. Pero, sobre todo, porque la ventana rota envía un mensaje: aquí no hay nadie que cuide de esto. Da igual lo que hagas.
Esta teoría ha dado origen a campañas municipales de gran envergadura, que sostenían que para evitar conductas delictivas graves, hay que comenzar siendo intolerante con las pequeñas transgresiones. Es cierto que todos sufrimos un inevitable proceso de habituación. Si dejamos una calle sin barrer, más gente se sentirá animada a tirar la basura. Si permitimos corruptelas pequeñas, acabaremos fomentando corrupciones más graves.
La teoría ha sido muy criticada, porque dio lugar a las políticas municipales de “tolerancia cero” puestas en práctica en Nueva York y otras ciudades americanas, que mucha gente consideró excesivas. Sin embargo, acabo de leer un documentadísimo libro de Robert J. Sampson, titulado Great American City, que defiende la validez de la teoría.
No voy a entrar en esa discusión. Tal vez no sea un procedimiento eficaz para evitar el crimen, pero creo que puede serlo para mejorar el clima de nuestros centros. Todos -no sólo nuestros alumnos- podemos dejarnos llevar por la inercia, la dejadez, la pereza o el “esto no tiene importancia”. Pasamos por alto pequeñas cosas que acaban convirtiéndose en cosas grandes. Los problemas, por regla general, se pueden arreglar al principio, con mucha más facilidad que al final.
¿Qué ocurre con el fracaso escolar? La manera más eficaz de luchar contra él es atender a un niño en cuanto se retrasa un poquito. Una semana de retraso se supera enseguida. Seis meses, resulta muy difícil. Y un curso entero, más difícil todavía.
Cuidar, por ejemplo, la limpieza y el orden en las aulas, las muestras de cortesía y de respeto, la sensatez en el vestuario, no son cosas importantes, pero pueden convertirse en una “ventana rota”. Podríamos pensar durante el verano cómo aplicar esto en nuestro centro al comenzar el curso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario