Fuente:
Aulaplaneta.com
El
diagnóstico de autismo, que afecta a 1 de cada 150 niños, puede suponer un
importante impacto en la familia. Pero saber aceptarlo y reaccionar de forma
adecuada ayudará a que el pequeño y los que le rodean puedan afrontar la
situación y enfrentarse a los retos que les impondrá la vida a partir de ese
momento.
Es
importante explicar que el autismo o Trastorno del Espectro del Autismo (TAE)
no es una enfermedad como tal, sino un trastorno en el desarrollo derivado de
un problema neurológico y que influye en el funcionamiento del cerebro, en la
comunicación, la socialización, la conducta y la integración sensorial. Sus
efectos varían en intensidad y forma según cada caso, pero en general se
plasman en dificultad de interacción social, problemas para comunicarse y
algunos patrones de comportamientos restringidos y repetitivos.
Y ADEMÁS, LA
DISCRIMINACIÓN
A
estos problemas que sufre la persona con autismo en su relación con el mundo se
suman la estigmatización y la discriminación, que siguen siendo un obstáculo
para su diagnóstico y para su tratamiento. Por eso es importante que, como
padre o madre, aceptes la condición de tu hijo, recurras a los especialistas
adecuados y le ayudes a disfrutar de una vida plena.
Como
hemos explicado, aun habiéndose diagnosticado como tal, el autismo puede
desarrollarse de formas muy diferentes en cada niño y evolucionar con el
tiempo. Por eso cada caso deberá ser estudiado por un especialista, que elegirá
las terapias más adecuadas. Pero hay algunos consejos y recomendaciones
generales como los siguientes, que pueden ayudar a tu hijo a desarrollarse y
ganar independencia y, a ti, a entablar una mejor relación con él.
SIETE CONSEJOS
1. Detecta las señales. La detección y
atención temprana, con estimulación y educación adaptadas, son muy importantes
en el autismo. Debes estar atento ante síntomas que aparecen entre los 12 meses
y los 3 años y que incluyen retrasos en el lenguaje, movimientos repetitivos,
ausencia de respuesta ante órdenes sencillas, aparente falta de atención o
interacción extraña con los que le rodean y con los objetos.
2. Ante la duda, consulta. Si
sospechas que el desarrollo de tu hijo no es el adecuado, habla con el
pediatra, que te derivará a un psiquiatra infantil. Él será el encargado de
realizar las pruebas necesarias para diagnosticar si existe un trastorno del
desarrollo.
3. Afróntalo y pide ayuda. Tras el
diagnóstico es normal que sientas incredulidad o culpabilidad, pero recuerda
que el problema de tu hijo en ningún caso es culpa tuya. Recurre a los
especialistas que consideres oportunos para pedir una segunda opinión, pero si
el diagnóstico es definitivo, mantén la calma, asúmelo y toma medidas. También
puedes acudir a la asociación de autismo más cercana, donde te informarán y
orientarán. El psiquiatra ayudará a tu hijo, pero también a ti y al resto de la
familia, por ejemplo, a los hermanos.
4. Infórmate. El desconocimiento
siempre genera más miedo que la información. Cuanto más conozcas el problema
que tiene tu hijo, mejor le entenderás y podrás ayudarle.
5. Apoya y quiere a tu hijo. Es muy
importante que los padres alienten y apoyen a un niño autista, acompañándole
con amor en su camino para adquirir y desarrollar las destrezas necesarias para
la vida. También el psiquiatra puede ser de gran ayuda en este ámbito, ya que
te enseñará a solucionar los problemas emocionales que se derivan de convivir
con un niño autista y te ayudará a crear un ambiente adecuado para su
desarrollo.
6. Piensa en el día a día. Motiva a tu
hijo en cada paso, no le presiones ni te obsesiones con el futuro. Céntrate en
el presente, en sus necesidades actuales y en cómo ayudarle a superar las
dificultades conforme vayan surgiendo. Ten en cuenta todo lo que puede hacer en
vez de pensar en aquello de lo que no es capaz.
7. Transmítele
tranquilidad y orden. La organización, la claridad, la calma y todo lo que
contribuya a ordenar el mundo de tu hijo, sin presiones ni cambios bruscos, le
ayudará a sentirse seguro. Habla despacio, ten paciencia y procura sentirte
bien para que tu hijo también se sienta bien.
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