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martes, 5 de noviembre de 2013

"El arte de dar clases"

«El verdadero éxito de un docente es cautivar a su alumnado»

ABC | LAURA PERAITA | Día 04/11/201


Cuando Santiago Petschen impartía clases como catedrático de Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid no podía imaginar que un día se dedicaría a leer las memorias de cientos de grandes autores para analizar las cualidades de los profesores que habían formado parte de sus vidas. Así es como nace su última obra, El arte de dar clases. «Lo que me extraña es que nadie lo haya hecho antes», asegura.

—¿Por qué considera que impartir una clase es un arte?
Porque es una manifestación que se hace ante el público para que quede cautivado. Al igual que ocurre con la pintura, la escultura, la moda... Pero en este caso se trata de una obra de arte menor. El verdadero éxito de un profesor está en cautivar a los alumnos. Hay muchos docentes que lo consiguen. Lo malo, es que pasa desapercibido. Luego no se pondera, no se publica, ni se da a conocer en los medios de comunicación.
—Si es arte, ¿por qué está tan descuidado?
Es una muy buena pregunta, pero no tengo elementos suficientes para responder. Constato el hecho, pero creo que sería importante que este tema salte a la palestra. Precisamente he concebido este libro como un breviario de meditación pedagógica sobre un trasfondo muy amplio de cultura contemporánea. En este sentido, el libro tiene algo de alegato.
—¿Cree realmente que hoy un profesor siente que está realizando una obra de arte cuando imparte una clase?
Debería ser así. Muchos, de hecho, lo hacen y no caen en la cuenta. Si cayeran sería un acicate y verdadero estímulo para poder realizar mejor su obra profesional.
—¿Qué cualidades necesita un docente, en su opinión, para ser un verdadero artista y ganarse a su público, el alumnado?
Hay unas cuantas pero, en primer lugar, es muy importante tener autoridad del conocimiento; es decir, dominar muy bien la materia. Después hay que cultivar el fondo y la forma. También resulta clave el desarrollo de la plasticidad y sensibilizar la idea que el profesor quiere transmitir. Tampoco hay que olvidar las cualidades expresivas: las corporales, la mirada, la presencia, el rostro... Y tener conciencia de que la utilización de la voz —mediante la palabra, los silencios, el tono...— tiene que entrar por los oídos de los alumnos y llegar a su cerebro de tal manera que le cautive. Así es como aprenderán.
—Y el carisma, ¿qué papel juega?
La experiencia apunta que hay que prepararse la clase, dar plasticidad, hablar lento... pero el profesor es el que tiene la libertad para dar la clase como quiera. La personalidad carismática no tiene miedo a nada, ni a cambiar la clase. Con tal de que cautive su fórmula será buena.
—La manera de impartir una clase ha variado poco a lo largo de los años. Sin embargo, actualmente hay docentes que apuestan por transmitir emociones con los contenidos. ¿Cree que hay que cambiar el modelo?
Esto es importantísimo, sin embargo ya lo hacían hace muchos años grandes profesores tanto en infantil como Bachillerato o universidad. El sistema no es obsoleto. Debe pasar por la resurrección de lo viejo. Las novedades tienen que establecerse sobre un fundamento muy firme.
—¿Mejoran las nuevas tecnologías la manera de impartir una clase?
Hay que saber utilizarlas porque si se aplican mal, mejor no usarlas. Si el profesor expone una página de texto en una pantalla digital o con un «power point», el alumno no tendrá tiempo de leerla y si lo hace no seguirá al profesor. El alumno siempre tiene que seguir al profesor y no es fácil. De otra manera, el docente se convierte en el ayudante de estas herramientas tecnológicas. No es mejor una clase por mucha tecnología que se use, al contrario, puede ser peor.

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