abc-EDUARDO S. MOLANO-20/06/2013
Entre los
sentenciados se encuentra un miembro de la familia real, el jeque Ali Bin
Jassim Al-Thani, embajador también del país árabe en Bélgica
La
Justicia de Qatar condenó este jueves a cinco personas acusadas de homicidio
involuntario por el incendio del centro comercial Villaggio de la
capital, Doha, que en mayo de 2012 se cobraba la vida de 19
personas, entre ellas, cuatro niños españoles.
Entre los
sentenciados se encuentra el embajador de Qatar en Bélgica y miembro de la
familia real, el jeque Ali Bin Jassim Al-Thani, así como Iman Al Kuwari, hija
del ministro de Cultura catarí. Ambos eran copropietarios de la
guardería donde fallecieron los menores de edad y han sido condenados a seis años de
cárcel.
Considerado
uno de los Estados más ricos de la tierra -con una renta per cápita cercana a
los 65.000 euros anuales-, la tragedia sacó a relucir las miserias que se
escondían bajo las pirámides de este faraónico proyecto. Sobre todo, en materia
laboral y de construcción.
En la
actualidad, de los apenas dos millones de almas que componen este pequeño país
del Golfo, cerca del 80% son inmigrantes (originarios, principalmente, de la
India, Nepal, Bangladesh o Filipinas), sometidos
todos ellos mediante la «kafala», que vincula la residencia legal de un
trabajador extranjero a su empleador o «patrocinador», lo que impiden que éstos
puedan cambiar de trabajo sin el consentimiento de su capataz. O incluso,
abandonar el país.
Mientras,
eso sí, las joyas
arquitectónicas continúan extendiéndose en el horizonte catarí. En este
sentido, destaca sobremanera el complejo residencial «La Perla», que dispone,
entre otros, de tres hoteles de cinco estrellas y un club náutico con capacidad
para hasta 700 embarcaciones.
Sin
embargo, un año después, la sentencia busca servir de escarmiento a una
tragedia como todas, con nombres y apellidos. De
los cuatro niños fallecidos, tres eran hermanos. Su padre era jefe de obra
del hospital que la compañía OHL estaba construyendo en Doha. La otra pequeña
apenas tenía siete años.
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