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lunes, 1 de julio de 2013

El camino del éxito educativo empieza por ponerse el babi

La falta de reformas en Infantil y Primaria puede hacer fracasar todas las mejoras de la LOMCE

Fuente: José Antonio Méndez (Alfa&Omega)


Desde hace años, los estudios demuestran que el fracaso y el abandono escolar temprano que laceran a los adolescentes de buena parte de Europa, y en especial de España, se generan en los primeros años de su escolarización. Es decir, que los malos resultados de la Secundaria, el Bachillerato y hasta la Universidad provienen de fallos en el sistema de enseñanza de Infantil y de Primaria. Sin embargo, la reforma educativa no contempla medidas para reformar estas etapas, y, por tanto, la LOMCE no evita que se perpetúen las carencias en lecto-escritura, cálculo matemático y conocimientos básicos, así como los déficits de aprendizaje y competencias intelecto-motoras que sufren los escolares



 

La profesora de Matemáticas entró en el aula de Segundo de la ESO de un instituto madrileño y expuso un problema: «Si un barco va cargado con 18 toneladas de pescado...» Una vez expuesto el enunciado, preguntó a los alumnos quién sabía resolverlo y, como ninguno levantó la mano, intentó que ellos mismos le explicasen qué pedía el problema, para ayudarles a resolver sus propios planteamientos, paso a paso: «¿De qué habla el ejercicio?» Nada. «¿Qué situación describe?» Silencio. «¿Cuáles son los datos, las cifras que nos da?» Nada. «¿Habla de un barco, o de qué?» Los alumnos de 2º de Secundaria (13-14 años) no acertaban a explicarse: «No lo entendemos, profe; no sabemos lo que nos pide el ejercicio». La conclusión era desoladora: un grupo de estudiantes de 13 años no era capaz de comprender, no ya una fórmula matemática, sino el significado de una frase mínimamente compleja. La anécdota real ilustra algo que los estudios internacionales y numerosos pedagogos vienen alertando desde hace años: el fracaso y el abandono escolar que afloran en Secundaria se generan en las etapas anteriores de Primaria (de los 6 a los 11 años) e Infantil (de los 3 a los 6 años).



Pero, ¿por qué es tan importante esta etapa escolar?


La investigadora sueca Inger Enkvist, en su obra La buena y la mala educación, compara experiencias pedagógicas desarrolladas en los sistemas educativos de diferentes países y concluye que «la Primaria es la base del futuro desarrollo del alumno», tanto en los conocimientos que se adquieren como en las actitudes necesarias para el estudio. «Si no se aprende en Primaria a esforzarse, a ser ordenado, a decir la verdad y a aceptar la autoridad del maestro, es difícil que esto se aprenda más tarde», explica Enkvist.

¿Primaria, o elemental?


De hecho, la autora señala que sería más útil volver a referirse a la Primaria con el término elemental, en desuso desde hace décadas, para así destacar socialmente que lo característico de este tramo no es que sea el primero, sino que es el que transmite los conocimientos indispensables, elementales, para seguir aprendiendo.

Es precisamente esta importancia que tiene la educación Infantil y Primaria en el desarrollo de los escolares, la que hace aún más llamativa la ausencia de reformas que presenta la LOMCE para estos tramos. Porque, si en el trámite parlamentario no se introducen cambios en este sentido, la nueva ley elaborada por el PP mantendría casi intacta la estructura actual, diseñada en la LOGSE y en la LOE. Y esto podría socavar cualquier intento que se haga en Secundaria para reducir el fracaso escolar y el abandono escolar temprano, que es el principal objetivo de la LOMCE, según se recoge en su Declaración de Motivos. Tan es así, que fuentes cercanas al Ministerio de Educación confirman para Alfa y Omega «la preocupación que existe en la comunidad educativa que nos apoya, porque, si con las reformas se va a exigir más esfuerzo a los profesores y a los centros, es absurdo que no se incluya el trabajo de prevención del fracaso. Se va a invertir mucho dinero y esfuerzo para que los alumnos de Secundaria logren unos objetivos, que serían más accesibles con una buena preparación en Infantil y Primaria».

Buscar lo que funciona


Ahora bien, para saber cómo mejorar, basta mirar a nuestro alrededor. Porque el fracaso escolar de España no es un hecho aislado en Europa, aunque sí lo sea nuestra demora para atajarlo.

Desde los años 80, casi todos los países del continente adoptaron los postulados de la llamada nueva pedagogía, nacida en Reino Unido y Escandinavia. 30 años después, el desencanto es mayoritario. Francia es uno de los países donde más profesores de Primaria se han empeñado en demostrar lo pernicioso que resulta aplicar en la escuela, especialmente en Infantil y Primaria, estos postulados, que en España se impusieron con la LOGSE de 1990 y se perpetuaron con la LOE de 2004. Así, en La destrucción de la enseñanza elemental y sus pensadores, la maestra y psicóloga Liliane Lurçat, autora de una docena de libros, califica de irreal «el énfasis en la espontaneidad del alumno» y explica que resulta «más útil ver a los niños como pequeños analfabetos, a los que hay que sacar cuanto antes de esta situación».

Recuperar lo de siempre

 


En sus clases, evita caer en meros juegos de entretenimiento e insiste en la importancia del orden, del silencio y del respeto a las normas; enseña a los pequeños a colocar la mano y el cuerpo para escribir, a ponerse el babi botón a botón, a ordenar el pupitre, a organizar los ejercicios en el cuaderno... Además, los alumnos cantan, leen cuentos clásicos, trabajan la gramática y las cifras, copian letras y textos, escriben al dictado y, poco a poco, inventan frases y pequeñas redacciones. Prácticas hoy denostadas por muchos maestros que, según Lurçat, prefieren entretener a los niños con sus enseñanzas antes que enseñarles de forma atractiva y rigurosa.

Lurçat explica la importancia de «instalar automatismos» en lectura, escritura y manejo de cifras, así como en los comportamientos, porque «automatizar no es igual a no pensar», sino que, de hecho, «sólo si lo manual es automático, el cerebro está libre para las tareas del pensamiento crítico y creativo». Por eso, denuncia que «no enseñar lectoescritura de manera sistemática es un tipo de violencia institucional que se ejerce contra los seres más débiles».



Recetas a la española


 
Doña Almudena Armijo es directora del colegio Méjico, un centro público que, en 2008, estaba a la cola de la Comunidad de Madrid en las pruebas CDI (Conocimientos y Destrezas Indispensables), que realizan los alumnos de 6º, y que en 2011 pasó a ser el número uno de los más de 1.200 centros de la Comunidad, con una nota media de 9,89 en Primaria. Su receta es sencilla: «Al ver los resultados, buscamos en qué teníamos que mejorar: lectura, vocabulario, escritura, destrezas matemáticas y científicas..., y empezamos a cambiar cosas, con mucho trabajo y esfuerzo». Así, iniciaron un programa de refuerzo de la lectura, renovaron el fondo de su biblioteca y crearon un sistema de préstamos e intercambio de libros entre los alumnos, y también entre el personal del centro y los padres. Además, los profesores han participado en programas de renovación docente para aplicar nuevas metodologías en ámbitos como Matemáticas; amplían los currículos para que los alumnos sepan más de cada materia y puedan relacionar lo que aprenden en diferentes asignaturas; y dedican, cada año, programas específicos a determinadas áreas científicas (astronomía, electricidad, robótica...) y culturales. Y para esto implican a las familias: durante su Semana Cultural, abordan la geografía, la historia, el folclore y la literatura de los países de procedencia de sus alumnos extranjeros, y son los padres de estos alumnos quienes ejercen de profesores. El resultado es un conocimiento más exhaustivo y ameno en Geografía e Historia que el exigido en el currículo oficial.

En cada aula, además, hay 3 alumnos con discapacidad motora, de los que se responsabilizan los profesores, enfermeros y fisioterapeutas..., y sus propios compañeros. «Desde pequeños aprenden a convivir, a responsabilizarse y a trabajar con otros y para otros. Los 90 alumnos de integración hacen lo mismo que sus compañeros -incluso baile, teatro o música-, y eso lo consiguen gracias a su esfuerzo y, en parte, gracias a la ayuda del resto de niños. Y eso es muy positivo para todos, porque cuando se da responsabilidades a los alumnos, responden». Y eso, al final, se nota en las notas.

También el colegio concertado Sámer Calasanz, de Valdemoro, lleva años entre los primeros puestos de las pruebas CDI, y cosecha excelentes resultados en la ESO, Bachillerato y Selectividad. Su directora, doña Mercedes Rojas, explica que, «para que un alumno llegue bien preparado a la universidad, hace falta que aprenda, desde Primaria, la importancia del orden, la disciplina y el cariño. Porque la exigencia, sin cariño, sin amor por los niños, no fructifica. El cariño es lo que motiva el esfuerzo de los niños y el de los profesores». En su centro, los alumnos más pequeños tienen 6 horas de clase al día (una más de lo habitual) y cuentan con programas especiales de audición, lenguaje, pedagogía terapéutica, y psicomotricidad en el deporte, además de un horario de tutorías y orientación para detectar problemas personales, sociales o familiares, que después se trabajan de forma coordinada con los padres.

Como concluye Rojas, «Infantil y Primaria son la base de la educación, y por eso es imprescindible que la familia, los profesores y la Administración ayuden a imprimir en los alumnos los hábitos deseables en todas las áreas, con responsabilidad, orden y creatividad». Porque al éxito de los adultos se llega abrochándose el babi.

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