EL PRIMER ‘MOOC’ CON TITULACIÓN OFICIAL
Han irrumpido con fuerza, y
parecen destinados a cambiar la cara de la educación superior mundial por
completo. Los llamados MOOC, o “massive
online open courses” son el sueño húmedo de todo estudiante que quiera
completar su formación con aprendizaje de primer nivel, ya que ofrecen la
posibilidad de acceder, de forma gratuita y online, a los
mismos cursos que los matriculados en grandes universidades como Stanford,
California o Princeton, en Estados Unidos (país donde este sistema se encuentra
más implantado). Hasta la fecha, no obstante, estos cursos tenían un problema
clave que les había impedido equipararse a los programas oficiales de
estos centros: que, puesto que se ofrecían de manera gratuita, no podían expender ninguna
titulación oficial. Pero eso ha terminado.
El proyecto presentado
esta misma semana por uno de los centros tecnológicos más importantes de
Estados Unidos, el Instituto de Tecnología de Georgia (o Georgia Tech, como se
le conoce popularmente), en el que ofrece uno de sus másters más prestigiosos
de manera online y a un precio mucho más bajo que el de
su contrapartida presencial, puede sacudir los cimientos de la educación de
posgrado. En él, al contrario de lo que ocurre con los MOOC, aquel que se
matricule en dichos estudios y pague las tasas correspondientes contará con un título equivalente al del que haya acudido de manera
presencial a la universidad. Además, quien quiera recibir la misma formación de
forma gratuita podrá hacerlo de igual manera que aquellos matriculados de forma
oficial, con la única diferencia de que no conseguirán ningún título al
concluir.
Lo
mejor al más bajo precio
Uno de los factores que
más ha llamado la atención es la drástica reducción de precio en
esta versión online del
máster en ciencias computacionales comparado con su versión tradicional: 6.600
dólares (unos 5.000 euros) frente a los 45.000 dólares (34.000 euros) de la
matrícula presencial, que se reduce a los 21.000 dólares (15.000 euros) para
los residentes en dicho estado americano. Hasta la fecha, la mayor parte de
universidades tenían sus propios programas online, que
costaban lo mismo que la educación presencial. Ahora, por primera vez, el
posgrado online cuesta sensiblemente menos que el
tradicional.
Udacity, la empresa de
Sebastian Thrun, es la impulsora del proyecto
Para
poder llevar a cabo dicha disminución del precio, la institución ha contado con
el respaldo económico de la multinacional de telecomunicaciones AT&T, que
ha invertido dos millones en el proyecto, y que propondrá a alguno de sus
expertos como docente del programa, impartido tanto de manera online como por videoconferencia. Georgia Tech
colaborará para llevar a cabo este proyecto con una de
las plataformas más importantes en lo relativo a los MOOC, Udacity,
fundada por el vicepresidente de Google Sebastian Thrun. Los
beneficios se repartirán entre un 60% para Georgia Tech y un 40% para Udacity.
Bienvenidos al aula mundial
La motivación principal que late tras
el diseño de estos cursos online masivos
es la divulgación del trabajo de la universidad a los alumnos de otros países y
continentes que, en circunstancias normales, no habrían podido acceder a este
tipo de formación. Como manifestó Sebastian Thrun en su día, la idea de Udacity
nace de la frustración de ver que nada más que 200 estudiantes podían acceder a
sus clases magistrales en la Universidad de Palo Alto en Florida. Para Thrun
existen dos factores esenciales que pueden facilitar la máxima difusión de sus
cursos: la tecnología online y la
bajada de tasas asociada a esta. De esa manera, Udacity le ha permitido
aumentar exponencialmente el número de estudiantes al que llega: “Normalmente,
enseño para 200 estudiantes, y ahora lo estoy haciendo para 160.000. Nunca en
mi vida profesional he conocido un impacto parecido al de estos últimos meses”.
La masificación permitirá
un sensible descenso en el precio de los cursos
De hecho, el presente proyecto también fue
arrancado por Thrun, que fue el que contactó con el director de Georgia Tech, Even Zve Galil, con la intención de crear un programa
de máster online que costaría unos mil dólares. Pronto se
dieron cuenta de que podían aplicar dicho modelo al máster de ciencias
computacionales, que recibe 1.400 peticiones al año,
de las cuales sólo se puede dar respuesta positiva a un 15%. El límite viene
impuesto por la propia logística del centro, no porque no existan suficientes
candidatos que cumplan con los requisitos necesarios.
Un modelo para el futuro inmediato
Pero esta nueva fórmula tiene una
lógica económica aplastante. La exclusividad que las restricciones de las
clases presenciales imponía desaparece con la posibilidad de llegar,
potencialmente, a todos los estudiantes del planeta. Un crecimiento que permite bajar sensiblemente el precio de las tasas y, al
mismo tiempo, ganar mucho más dinero que hasta la fecha. Lo cual puede hacer
que en un futuro inmediato los precios de este tipo de programas comiencen a
descender en su conjunto para captar a esos millones de estudiantes que ahora
podrán matricularse en las universidades de todos los rincones del mundo. Algo
que puede ser crítico en un momento en el que gran parte de la financiación de
la educación superior proviene de las tasas de los estudiantes, como ocurre en el Reino Unido, que
ha doblado en los últimos años sus precios de admisión.
Los MOOC deben mejorar su
capacidad de adaptación a las necesidades de los estudiantes
Un futuro utópico a la vuelta de la esquina que,
no obstante, ha sido recibido con críticas por algunos profesores que
consideran que este tipo de sistemas pueden conducir a la reducción de personal
docente, a una pérdida de calidad en la enseñanza (al fin y al cabo, el proceso
seguido por planes como el Plan Bolonia es el de favorecer una relación más
estrecha entre profesores y alumnos) y a una devaluación del valor de los
títulos universitarios. Incluso el propio Galil muestra sus reservas al
respecto y señala que aún se trata de “territorio inexplorado”, pero que la
posibilidad de ser uno de los pioneros le animó a aceptar el reto que Thurn le
había propuesto: “Es una revolución. Quiero
liderarla, no ser un comparsa”.
Los puntos negativos de los MOOC siguen
siendo abundantes, como la imposibilidad de controlar al estudiante o la alta
tasa de abandono, pero los últimos movimientos llevados a cabo por Udacity
intentan solucionar algunos de estos problemas. El objetivo principal de la
compañía, en estos momentos, es conseguir que la retroalimentación
proporcionada por el estudiante termine alterando el funcionamiento del
curso en el que se encuentra apuntado, y que los alumnos tengan una
relación más interactiva y directa con sus mentores.
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