Deia | Álvaro Villa Rey | 31 de Julio de 2013
"Nunca he permitido que el sistema educativo interfiera en mi
educación". Esta frase es de Mark Twain.
Educación y cultura son dos conceptos diferentes, no son iguales,
pero interesa confundirlos.
Las familias están más preocupadas en poder pagar sus hipotecas,
llegar a fin de mes, cuadrar los presupuestos familiares y sacrificarse para
poder financiarse las vacaciones, relegan la educación en manos del Estado.
El estado cumple su papel, adoctrinar, amansar y confundir a las
masas. "La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar
el mundo". Frase de Nelson Mandela.
Al Estado, el sistema nada le interesa más que perpetuarse. Los
aclamados como cultos y grandes hombres de la cultura, así declarados por las
instituciones nacionales, están más preocupados de la subvención y de ¿qué hay
de lo mío ? que de la verdadera cultura.
Emilio Calatayud, titular del Juzgado de menores de Granada, famoso por sus sentencias ejemplares, en una entrevista suya, rescató esta respuesta que le da al periodista: "Por supuesto ha sido un disparate la pretensión de dejar la educación en manos de los profesores, ya tienen bastante con enseñar. Y además, todo ese error de tener miedo a usar la autoridad porque nos recuerda el pasado, de querer ser amigos de los hijos, de permitir que se abuse de los derechos y se ignoren los deberes. Es el mal de una sociedad pobre que pasó a ser rica…".
El sistema son: el Estado, ministerios, autonomías, ayuntamientos,
sindicatos y asociaciones. Todo presupuesto siempre les parecerá escaso, no les
llegará nunca, son insaciables. La cultura y la educación -las auténticas- la
de toda la historia, la que tuvieron nuestros abuelos, nuestros padres y
nosotros, es mejor tenerlas controladas, el sistema debe de tener una sociedad
dividida, inculta y mal educada.
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